martes, 20 de mayo de 2014

PEDALEANDO, IBA PEDALEANDO...



No me compraba una bicicleta, porque me daba flojera tener que subirla a mi depa. Y si voy a algún local, donde la voy a dejar?... y si me la roban?...
Aprendí a montar bici con una Pinochita(de Mister) roja que era de mi hermano; tenía pegados unos stickers de Bernardo y Bianca que ya estaban desteñidos y ya le habían quitado las rueditas. Quizá tendría unos nueve años, cuando con la ayuda de Martha (la chica que trabajaba por ese entonces en mi casa) y Luis, trataron entre múltiples peleas, el enseñarme a manejar bicicleta. No me entraba en la cabeza, en que momento uno podía agarrar el equilibrio,...Impulsate!!...Cómo? No entiendooo!... me empujaban del asiento posterior, del timón,.. al principio practicaba en el jardín para amortiguar la caída, luego en la pista. Nadaaa!. Hasta que un día, en un descuido, impulsándome en una bajadita, lo pude lograr. La escena era comparable con la de Moisés abriendose paso en el mar en los 10 Mandamientos, UN MILAGRO!!. ..y desde ahí comenzaron una serie de estrelladas, al principio contra todos los carros que estacionaban por el parque Galeón. No creo haber dañado alguno, pero después de 30 años confieso, que fui yo, si es que encontraron algún quiñe inexplicable en sus carros, allá por el año 83. Ya con bici propia, pocos años después, me reventé la rodilla en la bajada del Club Curayacu en San Bartolo. La sensación de ir a toda velocidad (con vibración de bici incluida), era casi una experiencia religiosa, como diría el Kike Iglesias. Tengo la cicatriz de recuerdo, para no olvidarme que no hay que abusar de las sensaciones a todo dar, siempre traen consecuencias. Varios años más tarde, mi Hi-Riser fue vendida a un botellero a principios de los noventa por mi papá.- Ya estaba oxidada y no la usabas...finalmente, yo la compré!(así dijo).
Durante los noventa gorreaba bici cuando se podía, pero ya empezaba con la calentura de manejar auto. Pero siempre me quedó el deseo de reencontrarme con la bici. Luego de chequear varias opciones y precios, me compré una de segunda. Mi mamá está aterrorizada con la idea, le quedó el trauma de las estrelladas en el parque y está consciente de mi gran capacidad de distracción, y de las bestias al volante.
Pero mi entusiasmo es mucho más grande. Y lo mejor es que no somos pocos los que tenemos la buena costumbre de montar bici, cada vez somos más! Ahora hay locales donde estacionar, áreas donde manejar tranquila, y en algunos distritos hasta ciclovías. Estamos avanzando. Podría decir que se ha convertido en una moda positiva, no solo porque es una buena manera de hacer ejercicio, para los que no les gusta ir al gimnasio, sino que no contamina, ahorras y te relaja!...(no se tu, pero yo me siento bien). El asunto de personalizarlas es otro gustaso. Un dato para las fanáticas(os),estando en el taller de estampados sobre tela de Olga Engelmann (que es una master del tema), me encontré con estas fundas para asientos de bicis con telas super cheveres, me parecieron un LIKE total!. Aquí les paso unas fotitos para que las vean.
P.d: No crean que no me fastidia subir y bajar la bendita bici, si siempre!.. pero a veces tengo a alguien que me ayuda,...también tengo miedo a que me la roben, me siento intranquila al tener que dejarla en algún sitio a pesar de que tiene su cadena. Gajes del oficio.





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