jueves, 7 de mayo de 2015

ANASTASIA, LA BEGONIA


 Cuando éramos chicos, mi abuelita, para mantenernos entretenidos y para que dejáramos de joder, nos mandaba a limpiar las hojas de sus plantas, una por una con una esponjita,... tarea interminable. Teníamos que hacerlo con mucho cuidado, porque las plantas sienten y se pueden poner tristes si las maltratamos. Ahora, si quieren también les pueden hablar, pero cosas bonitas, porque las plantas sienten. Les hablé con la esperanza de escuchar alguna respuesta (como Audrey, la planta carnivora) o con ver algún movimiento, pero a pesar de ser niña y de alucinar lo imposible, me sentí bastante marciana de hacerloCuando tenía como 13 años, un día de esos aburridos, se me antojó por darme de decoradora y aproveché un espacio que había en la casa, que estaba prácticamente abandonado. Moví muebles de un lado a otro, colgué un cuadro, y finalmente compré plantas. No tengo que darles mucho relleno, para contarles que se murieron todas, sin excepción. Creo que fueron como 3 o 4 plantas, entre ellas, el famoso culantrillo, planta por demás, jodidísima de cuidar. Mi mamá nunca desarrolló mayor interés por las plantas. Las pocas que tuvimos dentro de casa, siempre fueron regaladas, pasaban por varias etapas y luego desaparecían. La mala mano de mi mamá tiene una explicación: su fobia a los gusanos o cualquier bicho que se arrastre. Tiempo después, como a los 20, tuve un par de plantitas, que igualmente corrieron la misma suerte, hasta un cactus, que estoy segura lanzaba espinas a la gente que no le caía bien, terminó de la misma manera en el tacho. A los 30, tuve una violeta (que una mano negra la ahogó) y un geranio blanco al que le tuve mucho cariño, y que tuve que dejar cuando me fui de una chamba. Me sentía negada con las plantas. No puede ser!!, seré yo?,. pero si yo soy buena gente!!, me acuerdo de darles agua,.. que diablos pasa? Mi vieja será la salada, pero yo no!
En marzo del año pasado, después de hacer un milkshake de lúcuma, y de poner una pepa en un vaso plástico con algodón húmedo (para ver que pasa), fue que nació Teresa, mi lúcuma. La primera de mis plantas y la que me dio el empujón para tener otras. No voy a mentirles, algunas han muerto en el camino, esta vez no por mi culpa, sino por las plagas que las azotan, arañitas blancas, hongos y demás bichos. No se como llamar a esta nuevo interés que ha surgido en mi. No se si llamarlo hobby, me suena un poco frívolo, a diferencia de las otras veces que tuve plantas, esta vez siento un compromiso y cariño hacia ellas. Me da pena y me preocupo cuando se enferman, pero me siento bien cuando las veo bien, y mejor aún, cuando se recuperan después de haber estado mal. Esa es la historia de Anastasia. Solo dos de mis 19 plantas, tienen nombre. Cada una tiene su personalidad y sexo. Los chicos, son las que no fastidian, las chicas las más sensibles y mi planta gay (una orquídea q está muy enferma), una diva entre todas!(si..todo esto está en mi cabecita pastrula!). Pero volvamos a Anastasia. La compré un día lluvioso, junto con una suculenta, con la idea de que vivan en la oficina por algún tiempo. Mi mamá ya no quería ver más plantas, y yo me sentía una especie de Poison Ivy. Las puse en el pozo de luz, pero no había reparado (ni leído, atención a este punto, si quieres que tus plantas vivan), que a la begonia no le gustaba el frío. A los pocos días, empezaron a caersele las flores, la retiré del frío, la cambié de sitio varias veces, y un chico de la agraria, hacía de médico de cabecera. La planta cada vez estaba peor, y eso despertaba mis fantasmas del pasado. Un día llegué a la oficina y solo encontré un pedazo de tronquito con su pétalo. Alguien la había mutilado. Cuál detective, anduve preguntando a cada uno, si habían visto a algo, o si sospechaban de alguien. Pronto di con el autor. A parte de decirle que se meta las manos al poto, sino tiene nada mejor que hacer, llevé a la begonia a lo que llamaría la UCI de la oficina, el cubil de Flor (el nombre, es pura coincidencia). Y como un milagro( más la buena vibra de Flor), la planta se fue recuperando y ahora luce, como está en la foto. Por motivos de remodelación de la oficina, Anastasia salió de la UCI, y ahora convive con todos los de mi área, en paz y armonía. Podría decir que le tienen respeto, porque saben su historia, y porque se han dado cuenta que me ocupo de ella y que la cuido celosamente.
Le puse Anastasia, porque es como mi hija (todas lo son), su nombre comienza con Ana, como yo, y...si, pues, por el personaje de Las cincuenta sombras de Grey!




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